“Tu actitud hacia el estrés puede cambiar de forma drástica la manera en la que te afecta”.
Como todos sabemos, el estrés puede ser perjudicial para la salud y el trabajo de una persona, pero según los expertos de Harvard, si se maneja de forma adecuada ayuda a mejorar el rendimiento, ya que proporciona beneficios como concentración, claridad de pensamiento y creatividad. Según los médicos Herbert Benson y William Proctor, se puede lograr que el estrés sea productivo si se aplica el principio de evasión.
Principio de evasión
Cuando una persona se enfrenta a una situación estresante en el trabajo, puede atenderla solo durante un periodo corto de tiempo antes de padecer en su cuerpo los efectos negativos del mecanismo “lucha-huida” (presión arterial alta, aumento de la actividad cerebral y del ritmo cardiaco). Sin embargo, si al llegar a este punto se evade del problema por completo, entra en un momento de relajación en que el cerebro puede reorganizarse y luego resolver con mayor facilidad la situación. Para aplicar el principio de evasión deben seguirse estos cuatro pasos:
Dedicarse: Concéntrate en resolver el problema. Dedícale tiempo y trabajo hasta llegar al límite de tu rendimiento, es decir, toma un respiro si aparecen signos de estrés como ansiedad, aburrimiento, enfado o dolor de cabeza.
Olvidar: Una vez alcanzado el límite, cambia completamente de actividad para producir la “respuesta de relajación”. Para conseguirlo puedes darte un baño, meditar, cenar con amigos, escuchar música o hacer deporte.
Dejarse llevar: En este punto se entra en el “estado de evasión”donde, al ver las cosas desde otra perspectiva, las ideas pueden fluir dentro de una sensación de relajación y bienestar.
Regresar: Vuelve a resolver el problema inicial, esta vez, en un estado renovado de normalidad con autoconfianza y tranquilidad.
Cierta cantidad de estrés estimula tu productividad, por supuesto. Pero, cuando la llevas al límite, te absorbe toda la energía y disminuye tu rendimiento.
Guía HBR: Controla el estrés en el trabajo
De Harvard Business Review
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